Todo aprendizaje solo puede efectuarse si hay
continuidad y congruencia, tanto a nivel del ser como del hacer, mayormente en
esta época de cambios constantes que se imponen. (Adam, 2001, p 4; Hernández, 2011,
http://www.aula20.com/profiles/blogs/andragogia-1)
Pedagogía deriva de las palabras del griego
paid, que significa `niño ́ y agogus, que significa dirigir .
Entonces, pedagogía significa literalmente el
arte y la ciencia de enseñar a los niños” (Knowles, 1990; p. 54). Luego a
Knowles, le pareció adecuado el término que cambiaba la raíz “paid” por la de “andras” cuyo significado es “hombre”.
En el campo del aprendizaje de adultos, el
andragogo debe ser una persona competente, ya que tiene el compromiso de ser,
independientemente de transmisor de información, un agente de cambio, un
facilitador, un consultor, un organizador de la actividad educativa en la que
el actor principal es el adulto participante, sin dejar de considerar que es
igualmente un integrante en este proceso de educación continuada. (Yturralde,
1996: de http://www.yturralde.com)
Respecto a edad y educación, nada tan grande
influye de forma tan determinante en el ser humano como el proceso de
envejecimiento. La palabra adulto, etimológicamente proviene de la voz latina adultus,
que puede interpretarse como "ha crecido", proceso que sigue a la
etapa de la adolescencia. Puede decirse que es una persona que ha llegado a
cierto grado de perfección, de madurez o de experiencia. (Adam & Aker,
1982, p 8-9; Yturralde, 1996: de http://www.yturralde.com)
algunas de las técnicas que hoy conocemos como
“metodologías activas de enseñanza -aprendizaje” eran practicadas en la antigüedad por grandes educadores de adultos como Lao
Tse en China, los profetas hebreos y Jesús en tiempos bíblicos. Sócrates, Platón,
Sócrates y Aristóteles en la antigua Grecia y Cicerón y
Quintiliano en la antigua Roma, eran educadores de adultos.
Estos ”notables maestros” concebían el
aprendizaje como un proceso de investigación mental, no como una transmisión
pasiva de contenido, y en consecuencia, inventaron técnicas para que los
alumnos se interesaran por esa investigación (Knowles, 1990).
Se considera a los chinos y a los hebreos los
inventores de lo que ahora llamamos “estudio de caso”, en el que el líder o algún
miembro del grupo describía una situación, a menudo en forma de parábola, y
junto con el grupo exploraba sus características y posibles resoluciones.
En la antigua Grecia, Sócrates requiere
especial atención por su innovadora técnica y su concepto de “maestro”. Fue el
inventor de lo que ahora llamamos “diálogo socrático”, Sócrates puede considerarse el primer
“profesor andragógico” en el sentido de que no era un “maestro” que transmite una “enseñanza” concreta como en el caso
de la pedagogía tradicional, sino que lo que hace es “tratar” y “dialogar” con quienes se acercan a él, a los cuales
considera a todos los efectos no como “alumnos”, sino como “amigos o compañeros”
El método didáctico al que llama mayéutica,
consigue que sus discípulos,
descubran y experimenten dentro de sí el poder de atracción de la Verdad y del Bien. Como
consecuencia, sufren una metanoia o conversión interior, que les hace cambiar
de mentalidad y de estilo de vida, especialmente interesante para el tema que nos
ocupa, es el autodiagnóstico y auto-descubrimiento guiados, en términos
actuales, de la paidea socrática. Sócrates consideraba que en toda formación
entran en estrecha relación tres elementos básicos: physis, ethos y logos.
La primera, physis, es una tendencia natural,
propia y singular de todo ser humano a la verdad y sabiduría.
La segunda, ethos, es el hábito del deseo, que
se consigue a través del esfuerzo orientado a superar la rudeza, la ignorancia.
La tercera, logos, se refiere a la ayuda
inteligente y eficaz del maestro para alcanzar la verdad, que didácticamente se
concreta en el arte de la mayéutica
En cuanto a la paidea aristotélica,
encontramos dos ideas que consideramos importante resaltar por lo pionero de
sus planteamientos y su relación con la educación de adultos tal como la
conocemos hoy en día
En primer lugar, nos referimos a la concepción
de Aristóteles de la educación como algo infinito, como un proceso de
perfeccionamiento que no acaba nunca, que debe durar toda la vida, es decir, lo
que ahora llamamos aprendizaje a lo largo de la vida
La base institucional de la educación de
adultos se formó́ durante las postrimerías del siglo XVIII y los comienzos del
siglo XIX. Bretaña presenció la emergencia de los Institutos de Mecánica, escuelas
de trabajadores, extensiones universitarias, centros dedicados totalmente a la instrucción
para adultos
La educación de adultos actuó como un
movimiento educacional y cultural bastante autónomo e independiente que sirvió́
como base sólida para la emergencia de una disciplina científica dedicada
al estudio de la práctica dinámica y
diversa de la educación y el aprendizaje adulto. (...) Los fundamentos
institucionales y organizacionales de la educación y el aprendizaje adulto no
estuvieron unidos a la teoría pedagógica (Savicevic, 1999, p. 210).
Fundamentos filosóficos
Mi propia orientación filosófica tiene sus raíces en el humanismo,
pragmatismo y marcos existenciales de John Dewey, Eduard Lindeman, Abraham
Maslow, Carl Rogers y sus colaboradores, (...). Creo en la bondad fundamental
de los seres humanos, en su derecho a la libre determinación, en su potencial
casi infinito, en su capacidad latente para autorrealizarse, y en su capacidad
innata para aprender. Creo con Dewey en el papel central de la experiencia en
el aprendizaje y con Lindeman en la relación intrínseca que existe entre
aprender y vivir (pp. 111-112).
La Andragogía “Proporciona la oportunidad para
que el adulto que decide aprender, participe activamente en su propio
aprendizaje e intervenga en la planificación, programación, realización y evaluación
de las actividades educativas en condiciones de igualdad con sus compañeros
participantes y con el facilitador; lo anterior, conjuntamente con un ambiente
de aprendizaje adecuado, determinan lo que podría llamarse una buena praxis andragógico”
(Ortiz, 2011, p12)
No hay comentarios:
Publicar un comentario